A finales del siglo XVIII, las primeras bodegas de licor de cristal permitían pasar el tiempo de forma agradable durante los largos viajes en carroza.
Hacia 1850, la naciente burguesía descubrió los encantos del lujo y de la decoración que solo podía favorecer la aparición de objetos refinados, tales como cajas de té, bodegas de puros o de licor.
La historia incluso atribuye a Georges Sand el lanzamiento de esta moda.
Pero es durante el Imperio cuando las bodegas de licor conocieron su auge. Los apasionados las compraban en las tiendas del Palacio Real.
Algunos artesanos forzaron el refinamiento hasta el extremo: cristal de Creusot, de St Louis, de Sèvres, de Baccarat, moldeado, grabado, tallado al ácido, tallado en forma de diamante, trenzado o dorado con oro fino . La inventiva no tenía límite.

Hacia 1840 nuevas jarras, todas importadas de Bohemia, enriquecieron la oferta existente.
Calvados Ferme -Manoir du Pavillon «Terre des Presseaux», mediante la creación de la línea «Cave Cristal» fabricada en Bohemia, revivió con esta vieja tradición.